martes, 29 de septiembre de 2009

Histeria (por Sofi B)




Vemos algo, lo queremos, lo deseamos, no podemos parar de mirarlo, es hermoso, es lo que mas queremos en la vida. Luego pensamos cómo hacer para conseguirlo, queremos que venga hacia nosotros, no nos animamos a ir a buscarlo. Seguimos mirándolo, nos encanta. Nos damos cuenta que es imposible conseguirlo y nos gusta aún más. Nuestro único objetivo es eso que nos encanta, es en lo único que pensamos. Queremos conseguirlo y hasta no conseguirlo no vamos a parar, porque nos encanta. Y del otro lado, el objeto deseado, el más anhelado, se aleja, se asusta, le da miedo la felicidad. Ve tanto entusiasmo, tanto amor, tanta generosidad que no puede creer que sea verdad. Desconfía, tiene miedo a ser lastimado. No quiere saber nada con todo ese amor, con todo ese deseo, esa anhelación. Mientras tanto, del otro lado, se quiere acercar mas , ¿por qué lo que más quiere en la vida se aleja? ¿no se da cuenta que lo necesita más que nada en la vida, que no puede vivir sin él?. Y ahí es cuando quiere recuperarlo, no quiere que se aleje. Entonces deja de ser egoísta, deja sus deseos más profundos a un lado e intenta recuperarlo, tratando de no sofocarlo. Se acerca despacio, sin ser avasallante. Entonces el objeto deseado se pregunta: ¿qué ha pasado? ¿he sido olvidado?. No entiende qué es lo que ha sucedido, sólo se siente vacío, como si le faltara algo y quiere averiguar cuál es la causa de la desaparición de la búsqueda hacia el. Se acerca con cierta mirada seductiva, con un tono de voz dulce, caminando en forma lenta, quiere volver a recuperar toda esa atención que tenía puesta sobre el. Mientras tanto, del otro lado, lo sorprende esa actitud, no entiende por qué tanto interés repentino, pero eso no importa. Al fin ese objeto que tanto deseaba, que le parecía imposible de alcanzar, puede tenerlo y entonces se vuelve a acercar, y finalmente, lo tiene. Del lado del objeto deseado, éste se pregunta si el arriesgarse vale la pena, si lo hará feliz. Duda, piensa, recapacita y vuelve al punto de origen: el miedo. Pero sabe que el juego de la histeria es muy peligroso y lastimoso. No quiere dejar de ser deseado pero tampoco quiere jugarse a ser feliz y dejar de lastimar al otro. Pero después de tanto pensar, de tanto sentir, se da cuenta que todo el amor que le brindan, es hermoso, no quiere perderlo y le gustaría poder devolverlo. Decide arriesgarse, toma la iniciativa para ser feliz. Y volviendo a mirar hacia el otro lado, se siente feliz de que al fin lo que más quería en la vida, sea suyo. Siente felicidad plena, no puede creer tanta felicidad, es indescriptible, su corazón derrama amor y felicidad por todas partes. El objeto deseado se siente atacado, pero feliz. Tiene miedo, pero se arriesga, quiere intentarlo y poco a poco se va soltando. De repente, derrocha amor por doquier, la felicidad le sobrepasa, no puede creer recibir tanto amor, y no puede creer dar tanto amor. Pero de pronto ocurre algo inesperado del otro lado, ese objeto que tanto deseaba, que tanto anhelaba, de repente deja de ser su necesidad primaria. Se siente inseguro de tanto amor, simplemente deja de ser importante (o mejor dicho, ya no es tan importante). El objeto deseado siente esa inseguridad, y ahí renace la histeria. El objeto antes no deseado, se convierte ahora en el deseado y este se siente sofocado. Y siempre es así, un circulo vicioso, cuando el objeto deseado cede, el otro se aleja y este ultimo se transforma en el objeto deseado, entonces, la histeria nunca acaba.

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